martes, 9 de enero de 2018

Este puente que ves te deja sólo a la mitad del camino

SHEL SILVERSTEIN

(Chicago, Illinois, EE.UU., 1932-1999)

EL CAMPAMENTO DE LAS MARAVILLAS

Me voy al campamento de las Maravillas,
el que se encuentra junto al lago Paraíso,
al otro lado de la montaña de la Dicha,
allá lejos, en el valle del Optimismo.
Dicen que es verde y que siempre luce el sol,
que los ángeles lo hicieron en una noche
y que su lema es «Alegría y buen humor.»
Estoy seguro de que no hay quien lo soporte.
**
PRINGUE

Una cosa pegajosa pisé
que al zapato se me adhirió,
con un palo quitarlo intenté,
pero el pringue no se desprendió.
Traté de apartarlo del palo,
pero se me pegó a la mano.
Traté de lavarme la mano:
el pringue se pegó al lavabo.
Le pedí ayuda a mi perro:
el pringue se le pegó al pelo.
El perro se restregó contra el gato:
él también quedó pegado.
Mis amigos vinieron a ayudar
pero sólo se consiguieron pegar.
Ya veis lo peligroso que es
tener algo pegajoso en los pies.
**

Habrá que lustrar las estrellas,
pues tienen un aspecto un tanto mortecino.
Habrá que subir a lustrar las estrellas,
pues las gaviotas, las águilas, los estorninos
se quejan de verlas tan deslucidas y apagadas.
Dicen que compremos nuevas, pero son tan caras
que, por favor, id a por trapos
y lustres en botellas,que habrá que subir a lustrar las estrellas.
**

Este puente que ves te deja sólo a la mitad del camino
de las lejanas tierras que anhelas, de esos parajes
con sus campamentos gitanos, bulliciosos bazares beduinos,
y bosques de luz de luna donde los unicornios corren salvajes.
Ven, camina un poco conmigo, pues yo ya he sido peregrino
y te mostraré mundos maravillosos por laberínticos repechos,
mas este puente te deja sólo a la mitad del camino.
Tú solito deberás emprender el último y breve trecho.

De Hay luz en el desván. Ediciones B: Barcelona.
Y de Batacazos ( Falling Up). Traducción es de Daniel Aguirre Oteiza (Barcelona, Ediciones B, 1999).

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char