sábado, 9 de diciembre de 2017

Ríase, pero en el fondo tenga mucha pena, mucha de su Mario de Sá-Carneiro

MARIO DE SÁ-CARNEIRO
(Lisboa, Portugal, 1890-París, Francia, 1916)

CARTAS DE MÁRIO DE SÁ-CARNEIRO A FERNANDO PESSOA
Diciembre de 1912 y enero de 1913

París – Año 1912
Último día

Querido amigo:

Va a tener que perdonarme. A su admirable y larga carta, voy a responderle brevemente, desarticuladamente. En este instante atravieso un período de “anestesiamiento” que me impide expresar las ideas. Este anestesiamiento se resume en llevar una vida vacía, inerte, humillante –y, a pesar de todo, dulce. Otros consiguen esta beatitud con morfina, ingiriendo alcohol. Yo no; actúo de otro modo: salgo por las mañanas, doy largos paseos, voy al teatro, paso horas en las cafeterías. Consigo expulsar el alma. Así no me duele vivir. Me despierto a veces, pero luego tapo mi cabeza con las sábanas y me duermo de nuevo. No obstante, quiero que este letargo acabe. Y he fijado el
final para dentro de exactamente una semana…
El estudio de sí mismo es magistral –se trata de un documento que guardaré muy bien, agradeciéndole desde lo más profundo de mi alma la prueba de amistad y consideración brindada. Créame cuando le digo que mis palabras no pueden traducir mi gratitud. El día que le conocí fue uno de los más bonitos de mi vida. Había conocido a alguien. Y no solo a una gran alma; también a un gran corazón. Déjeme abrazarle, darle uno de esos abrazos en los que se funden nuestras almas sellando una amistad leal y fuerte.

Con respecto a Santa-Rita, mi opinión difiere mucho de la suya y de la de Veiga Simões. No me parece un caso de Hospital, sino más bien –puede que le sorprenda– un caso de la prisión de Limoeiro… Pequeñas ventanas que se abren en su vida, en sus pensamientos y que tan solo dejan ver hipocresía, mentira, egoísmo y un cálculo que se resume en lo siguiente: el fin justifica los medios. No obstante, créame cuando digo que su elección de tales medios, cubismo y monarquía, ha sido muy poco acertada… En realidad es un personaje interesante, aunque también lamentable y despreciable.

El “Hombre de los Sueños” está por medio. Pero últimamente no he pensado en él. He aquí una nueva frase. Dígame qué opina al respecto: “Está claro que en la vida todo responde a determinadas dualidades, al igual que ocurre con los sexos. Dígame, ¿existe algo más desolador que el hecho de que tan sólo existan dos sexos?”. La frase es más o menos así. Más adelante, el Hombre describirá la voluptuosidad de un país en el que existen infinitos sexos, de modo que se pueden poseer varios cuerpos a la vez. Lo terminaré a lo largo de este mes. Sin embargo, le ruego que me diga si debo incluir o no esta nueva idea de la diversidad de los sexos. No se olvide de esto en su próxima carta. Al final, tras haberme enviado su libro, que contenía la amable dedicatoria que usted mismo leyó y que decía que en el Mercure se hablaría pormenorizadamente del Principio, Ph[iléas] Lebèsgue se limitó a criticar la acogida del volumen. Además, el último número del Mercure habla de usted, así que se lo haré llegar mañana. En breve escribiré una carta en condiciones. Una vez más, le suplico perdón y le agradezco profundamente su amabilidad.

Un fuerte abrazo.
Sá-Carneiro
Aunque “sucia”, ¡sublime la frase de Pascoais!
**
Enviada el 18 de abril de 1916

Ha de estar de acuerdo en que tengo suerte de toparme siempre con seres que no me mandan al diablo, y a quienes en el fondo agrado por mi torpeza... Porque la verdad es ésta: es lo único que me hace interesante. ¿No cree usted? Escriba. Ríase, pero en el fondo tenga mucha pena, mucha de su Mario de Sá-Carneiro. Escriba inmediatamente. Escríbame. Unicamente para comunicarme con usted, mi querido Fernando Pessoa. Escríbame mucho. Se lo suplico de rodillas. No sé nada, nada, nada. Sólo mi egoísmo me puede salvar. Pero tengo tanto miedo de la ausencia. Además, para perderlo todo no valía la pena tanta resistencia. ­Loco! ­Loco! ­Loco! Sienta mucha pena por mí.

Traducción de María Díaz López, Nuria Alberca Remigio, y Paloma Panero Kleiner. Coordinación y revisión de la traducción: Rebeca Hernández
**
"Genio en el arte, Mario de Sá Carneiro no tuvo ni alegría ni felicidad. Sólo el arte que hizo o que sintió, por instantes, lo cubrió de consuelo. Así son aquellos a quienes los dioses predestinaron suyos. Ni el amor los quiere ni la esperanza los busca ni la gloria los acoge. O mueren jóvenes, o sobreviven a sí mismos, habitantes de la incomprensión o de la indiferencia. Este murió joven, porque los dioses le tuvieron mucho amor."
Fernando Pessoa
***
LA CAÍDA

Y yo que soy el rey de toda esta incoherencia,
yo mismo torbellino, me angustio por fijarla
y giro hasta partir... Pero todo se me resbala
entre bruma y somnolencia.

Si acaso en mis manos queda un pedazo de oro,
se vuelve falso... lo arrojo lejos...
Yo muerto de desdén frente a un tesoro,
muero de penuria, por exceso.

Me elevo en el color a fuerza de quebranto,
extiendo los brazos del alma -¡y ni a un espasmo venzo!...
Me meneo en la sombra- en nada me condenso...
todavía yo vibro agonías de luz, sin embargo.

No me puedo vencer, pero me puedo aplastar,
-vencer a veces es lo mismo que caer-
Y como aún soy luz, en un gran retroceso,
con iras ideales asciendo hasta el fin:
Miro desde lo alto el hielo y hacia él me arrojo...
**

Mi vida se ha sentado
y no hay quien la levante, 
pues de Poniente a Levante
mi vida ya se ha hartado.

Miradla, la hastiada, allí está,
echada, piernas cruzadas,
en el interminable sofá
de mi Alma tapizada. 

De Obra poética, Mario de Sá-Carneiro, Ed. Hiperión, 1998.
Traducción, introducción y notas de Alberto Virella. Prefacio de Fernando Pessoa.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char